
El tipo de cambio es una variable económica importante. La política cambiaria mexicana ha transitado por varios esquemas: fijo, controlado, especial, de “equilibrio”, libre y el esquema de bandas, estando este último vigente entre noviembre de 1991 y diciembre de 1994; desde entonces, el régimen cambiario es de flotación “sucia”. El grado de sobre(sub)valuación del tipo de cambio se modifica ante un cambio en el periodo base que escoge el analista, siendo ésta la principal debilidad del PPP. Pero es muy importante, ya que aporta valor para las empresas cuando el analista calcula el nivel de competitividad a nivel de las industrias, o por países.

Manejar de manera apropiada los instrumentales para la economía y los negocios sirve para potenciar la capacidad analítica del analista. Las técnicas de medición económicas básicas como los crecimientos, rendimientos y las distintas variantes de los cálculos ponderados deben ser manejados por los analistas con absoluta certeza. Además de manejar las distintas variantes de las tasas de crecimiento, el analista debe diferenciar entre las tasas simples, compuestas, la tasa anualizada y diferenciarla de la tasa anual, además de reconocer cuándo usar una u otra. Debe manejar las tasas reales, en dólares nominales y reales, entre otros cálculos sobre tasas ponderadas. Es fundamental conocer a plenitud estas técnicas.

Los Números Indices son una herramienta poderosa para el análisis económico, siendo uno de sus grandes beneficios el que se pueda sumar o agregar variables con unidades de medida diferentes, siendo por ello una de las técnicas de medición económica más importantes. A nivel empresa, el analista puede calcular un único índice de precios, de volumen o de ventas de la empresa, de forma que se puede hacer un diagnóstico preciso sobre la dinámica de estas variables, a fin de hacer comparaciones contra su competencia o industria.

Concentración y diversificación deben ser tratados como dos tópicos complementarios. La concentración no se limita a la participación porcentual o “share” como comúnmente se le conoce, sino que se extiende a otras maneras de medirla. En efecto, existen otras métricas más robustas para cuantificar el nivel de concentración de una variable, de manera que a través de un solo número pueda definirse si una variable está o no concentrado. Para ello, en este trabajo se presentan varias formas de medir la concentración, pero principalmente será el enfoque de Herfindahl-Hirshman como la métrica más usada internacionalmente para dimensionar el grado de concentración. Este enfoque tiene grandes virtudes: su cálculo es sencillo, es entendible y tiene gran aplicación.

Las variables económicas se expresan en términos nominales, reales, en dólares, en índices, etc. Una variable expresada en términos reales puede representar una de dos posibilidades: primero, ha sido deflactado a través de un índice de precios determinado; segundo, tratándose de variables donde se dispone de información sobre sus precios y cantidades, su valor real puede ser fiel reflejo de la tendencia de sus volúmenes generados. Definir el valor real de una variable es sencillo; es simplemente su correspondiente valor nominal (monetario), deflactado por un índice de precios apropiado, de manera que el resultado es una representación de la “capacidad adquisitiva” o el “poder de compra” de la variable en cuestión. El analista debe estar claro sobre qué deflactor utilizar para transformar una variable nominal en real. El mejor deflactor de una variable es su propio precio.

(Próxima publicación)

Así como un analista puede desempeñarse o ejercer sus funciones en áreas de análisis macroeconómico o global, análisis internacional, mercado de dinero, de cambios, entre otros, también puede especializarse en “análisis sectorial”. En realidad, el analista sectorial “baja” de lo macro a un nivel intermedio de análisis de la información estadística, sin que necesariamente deba analizar la información a niel de las empresas que conforman una industria. El analista macroeconómico visualiza la economía desde “arriba”, de manera global o general. En cambio, las funciones del analista sectorial van más lejos, ya que, además de estar bien informado acerca de la macroeconomía de un país, su análisis debe ser a un mayor nivel de profundidad, más específico, incursionando en ocasiones a nivel microeconómico. Sus funciones son más útiles cuando es capaz de hacer algunas recomendaciones para la toma de decisiones a diferentes niveles.




